Historia
Historia de una gran ciudad
Desde la época romana hasta nuestros días, Medina de Rioseco ha sido testigo y protagonista de los principales acontecimientos históricos.
Sin duda, el momento de mayor auge coincide con el Almirantazgo de Castilla desde finales del siglo XV, en que Alfonso Enríquez establece su sede en la entonces villa, hasta casi el siglo XVIII.
Los once miembros de la dinastía Enríquez, que ejercieron el señorío de la villa, marcaron la ascensión y el auge de la misma, y son punto de referencia imprescindible de su memoria histórica.
La primera mención de Medina de Rioseco como núcleo de población aparece en una bula del Papa Pascual II en el año 1116 al obispo de Palencia indicando sus límites. No obstante es importante tener en cuenta que hasta el año 1230 será una villa de frontera entre los reinos de León y Castilla.
La expansión y repoblación, iniciada por los reyes de León en Tierra de Campos durante el siglo IX dio lugar al nacimiento de la actual ciudad.
Juan I dota de escudo a la villa en el s. XIV, donde se alternan un castillo sobre campo de gules y una cabeza de caballo sobre los claros de unas almenas. También la distingue con los títulos de Muy Noble y Muy Leal.
En 1.424 D. Alfonso Enríquez establece en Medina de Rioseco la sede de su almirantazgo. Bajo la tutela de los Enríquez se celebran ferias y mercados, y durante los siglos XV y XVI la Ciudad de los Almirantes goza de una época de extraordinario esplendor artístico y económico. Se la llegó a conocer como “La Ciudad de los mil millonarios”.
El ducado, la edificación de templos catedralicios, palacios y casas señoriales y el establecimiento de talleres de los artistas y artesanos más importantes del momento la situaron como un lugar privilegiado.
Durante la Guerra de las Comunidades Medina de Rioseco jugó un papel fundamental. La seguridad de sus muros y el poderío del almirante hicieron que fuese el lugar elegido por el Cardenal Adriano, regidor del reino en ausencia del emperador Carlos, para refugiarse en la villa el 15 de octubre de 1520, huyendo de la hostilidad de la Junta Comunera.
El primer asentamiento humano de Medina de Rioseco se remonta al Neolítico.
Rioseco siempre ha sido un nudo estratégico de comunicación, que unía la meseta con la zona norte. Esta ciudad ha sido punto clave de acontecimientos históricos de gran importancia.
En tiempo de los romanos Medina de Rioseco era un cruce importante de vías que unían el noroeste y centro peninsular. Con los visigodos y debido a su intensa vida comercial se la conocía como la “forum egurrorum”, plaza de los mercados.
El hecho de estar enclavada en una encrucijada de caminos hizo que la villa, en esos momentos de realengo, creciese en importancia.
A mediados del Siglo XVII Felipe IV le concede el título de Ciudad en consideración a los muchos, buenos y leales servicios que el Concejo ha hecho a los Reyes.
El 14 de julio de 1.808, el cerro del Moclín fue testigo de la primera batalla campal libradacontra los franceses en la Guerra de la Independencia, con victoria de éstos últimos, a esta batalla se la denominó La Batalla de Moclín.
Cien años más tarde se abre el Canal de Campos, ramal del Canal de Castilla, obra fundamental de la ingeniería española en el s. XIX, que sumaría a la comarca terracampina a la Revolución Industrial.
La aparición del ferrocarril contribuiría a un mayor desarrollo económico e industrial de la Ciudad, frenando paulatinamente la utilización del canal como medio de transporte de mercancías y pasajeros.
Desde hace unos años la ciudad se ha consolidado como un referente en la restauración y conservación del ingente patrimonio histórico-artístico que atesora y un lugar idóneo para disfrutar del arte, la naturaleza y el ocio.
Rutas
Esta ruta parte de la zona verde del parque Duque de Osuna, frente a la Iglesia de San Francisco, continúa por la Plaza Mayor , Puerta de Zamora, el Museo de Semana Santa y, finalmente la Santa María de Mediavilla
Una vez pasado el puente sobre el Sequillo, viniendo por la carretera de Valladolid, nos situamos junto al Parque Duque de Osuna. Este parque, inaugurado en 1858, debe su nombre a la familia heredera del ducado de Medina de Rioseco. Árboles, rosales y otras especies pueblan los hermosos jardines, dividiendo el parque en tres paseos. A su entrada y al fondo del mismo aún sobreviven algunas columnas de piedra pertenecientes al desaparecido palacio del almirante.
Cerca de la entrada principal del parque podemos ver el monumento conmemorativo de la Batalla del Moclín (14 de julio de 1808), librada contra los franceses en la Guerra de la Independencia, realizada por el escultor riosecano Aurelio Carretero (s. XIX).
El Museo de San Francisco, – ubicado en la iglesia del siglo XVI del desaparecido monasterio de dicha orden-, constituye un espacio donde el espectador podrá disfrutar de trece ambientes, que despertarán sus sentidos. Recorrerá y vivirá la historia de Medina de Rioseco en un contenedor espectacular con un proyecto museográfico único. El magnífico retablo, del siglo XVIII, – atribuido a Francisco de Sierra y Esteban López -, junto a las excelentes obras de la colección, se distribuyen en los espacios de las distintas capillas del templo y se ordenan conforme a un guion en una visita guiada con un sorprendente montaje de luz y sonido.
En la Plaza Mayor el soportal corrido es la nota dominante. El Ayuntamiento, cuyo primer cuerpo está formado por la arcada correspondiente al antiguo claustro gótico del convento de San Francisco, está situado al este.
Frente al consistorio y por la calle de la Cuesta, podemos acercarnos a la Puerta de Zamora, del s. XVI, en el mismo lugar que la anterior del s. XIII que perteneciera al recinto amurallado. Una curiosa construcción de planta cuadrada con cuatro arcos de medio punto sobre los que se levanta un pequeño cuerpo de ladrillo en forma de torre. En el piso alto de la puerta se encuentra la capilla de la cofradía de Nuestra Señora de las Nieves, cuya imagen alberga un retablo barroco (1740). Ascendiendo por la escalinata llegaremos al Corro del Asado, donde podremos ver el antiguo pósito o alhóndiga del s. XVI, edificio municipal dedicado a recoger los diezmos de pan y vino, que aseguraban la provisión de la ciudad.
A escasos metros se encuentra el Museo de Semana Santa, que alberga la magnifica iglesia de Santa Cruz. El edificio de finales del s. XVI, según traza de Felipe de la Cajiga, alberga este museo monográfico donde el visitante podrá adentrarse en las raíces y tradiciones más profundas de la Semana Santa de Medina de Rioseco. Un recorrido por una de las más auténticas representaciones de la Pasión de Cristo, materializadas en los pasos procesionales, que han logrado que la Semana Santa riosecana haya sido Declarada de Interés Turístico Internacional en 2009. Otros elementos dignos de admirar son el Retablo Mayor y otros pertenecientes a las antiguas capillas y el magnifico frontal de plata de Juan Sanz (1759).
Por la popularmente conocida como Calle de la Rúa (oficialmente C/Lázaro Alonso), eje de la vida comercial de la ciudad, entre los claroscuros de sus soportales y su marcado carácter castellano, llegamos a la Iglesia de Santa María de Mediavilla (finales s. XV). Su interior con planta de salón, a pesar de su traza gótica, irradia el espíritu renacentista. Retablo Mayor trazado por Gaspar Becerra, realizado por Juni y Esteban Jordán. En esta iglesia es ineludible la visita a la Capilla de los Benavente, conocida como la “Capilla Sixtina de Castilla”, con obras de Juan de Juni y los Hnos. del Corral entre otros.
En el mismo Corro de Santa María se ubica también la Capilla de los Pasos Grandes (1664), con los conjuntos procesionales de la Crucifixión (1673), obra de Tomás de Sierra, Andrés Olivares y Francisco Díez de Tudanca, y el Descendimiento (1663), de Francisco Díez de Tudanca, que desfilan en la Procesión del Dolor del Viernes Santo.
Partiendo de la Iglesia de Santiago viendo su enorme mole pétrea, pasándo por el Teatro Principal de reciente restauración, desembocando a la Puerta de Ajújar, y finalmente llegando a la Plaza Mayor.
Desde el Corro de Santa María, bajando por la calle Mediana, llegamos al corro de Santiago, donde se levanta la enorme Iglesia de Santiago. Iglesia de finales del s. XVI, con tres portadas de diferentes estilos: la del mediodía con un precioso atrio de estilo plateresco, realizada por Miguel de Espinosa; la norte de estilo gótico flamígero de traza de Rodrigo Gil de Hontañón; y la principal, clasicista de Alonso de Tolosa.
Dentro de la iglesia nos quedaremos impresionados por su fabuloso retablo barroco de traza churrigueresca, que ejecutara el gran escultor riosecano Tomás de Sierra, y por las bóvedas realizadas por Felipe Berrojo en el siglo XVII. La sacristía, con piezas de gran valor como el Cristo de la Clemencia, de Pedro Bolduque, y la bóveda de crucería, de Gil de Hontañón, sirven de antesala de una pequeña capilla del s. XVII, la de la Vera Cruz, con unas pinturas barrocas de gran colorido y valor artístico.
Desde allí nos desplazamos hasta el Puente de Santiago, construcción medieval que llegó a contar dieciocho arcos ojivales de sillería. De él quedan algunos restos del primer tramo, el más cercano a la ciudad, que se han salvado tras la reforma que se hizo del terreno para realizar el desagüe del Canal y el nuevo encauzamiento del Sequillo.
Volvemos por la calle Estudios para adentrarnos en la calle de Los Lienzos y girar después por la calle La Doctrina. En ella se encuentra el Teatro Principal, edificio del siglo XIX, antiguo convento desamortizado y corral de comedias recientemente restaurado, y desembocaremos en la Puerta de Ajújar (Puerta Grande), antigua entrada de la muralla del siglo XIII de carácter defensivo, en la que aún se conserva la ranura del rastrillo. Junto al monumento se encuentra el Centro de Interpretación de la Ciudad, donde se repasa la historia del municipio con maquetas, vídeos y paneles explicativos.
Siguiendo por la calle Antonio Martínez y San Buenaventura se llega nuevamente a la Plaza Mayor.
Iniciando su andadura desde la Iglesia de Santiago, pasando por los Jardínes de la Concha lugar de disfrute y ocio en zonas verdes y finalmente llegando a la Puerta de San Sebastián, que despide esta ruta.
Partiendo de la iglesia de Santo Domingo, clasicista de finales del s.XVI, y tomando la calle San Juan, una de las más típicas de la ciudad, llegamos a los Jardines de la Concha. Este bello jardín botánico con más de sesenta especies de flora diferentes es un lugar idóneo para el recreo y el esparcimiento.
Tras de sí puede disfrutarse de la impresionante Dársena del Canal de Castilla (la obra de ingeniería más importante de la Ilustración Española), hoy navegable para el disfrute y el ocio.
Junto a la dársena se encuentra la Fábrica de Harinas San Antonio, edificio del siglo XIX que conserva íntegramente toda su maquinaria, con piezas únicas como molinos, máquinas de limpia, cernedores, etc…
Bajando la calle Raúl Guerra Garrido, llegaremos a la Puerta de San Sebastián (1550), formada por dos arcos carpaneles sobre los cuales puede verse el escudo del almirante Luís Enríquez, flanqueado por dos de la ciudad. En su interior alberga la capilla de la cofradía del Cristo de las Puertas.