Por Campos y Torozos
La Santa Espina:
Ruta del Embalse del río Bajoz.
El punto de partida y de llegada es el Monasterio de La Santa Espina, parando para visitar el Embalse del río Bajoz.
Este recorrido conserva un gran espíritu jacobeo, pues por él transitan los peregrinos que desde Madrid van a Santiago de Compostela. Sendero que opcionalmente, puede enlazarse con la Senda del Pantano II para visitar la localidad de Castromonte.
Cuestas como “La Nevera”, (Mirador natural desde el que se contempla la gran masa forestal que abriga al pueblo y al monasterio por los cuatro costados), conduce al páramo: austero paisaje donde predominan los viñedos y tierras de labor que frecuentan conejos, y bandadas de perdices, tórtolas o palomas. La entrada al Monte, tras abandonar el páramo y cruzar la carretera, resalta por la presencia de jaras y tomillos, cobijo de jabalíes, tejones y comadrejas. Descender por esta ladera que llega al Pantano rodeando el embalse a través de una pasarela cercana a la presa, es un verdadero deleite para los sentidos: abundancia de carrizos, juncos y eneas; revoloteo de fochas y garzas reales, entre otras especies animales, atenúan el paisaje.
De vuelta al Monasterio, estremece el ánimo contemplar las ruinas del “Fuerte”, una antigua casa de monteros, sobre la que cuenta la leyenda fue el castillo del Conde Fernán Flor. Asomados a este barranco, la visión ofrece a la izquierda el Valle del Bajoz, a la derecha del conocido Valle de Valsuero. En esta senda no faltan rincones como el arenal: hábitat de los abejarucos, o las antiguas obras de ingeniería: acequias y restos de molinos hidráulicos. El itinerario culmina en el Monasterio, atravesando las tapias de su cerca.
https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/ruta-del-embalse-del-rio-bajoz-la-santa-espina-143040038
Valdenebro de los Valles, Villalba de los Alcores y Montealegre de Campos:
Villas de Piedra.
Siguiendo la ladera del Páramo, por estas tierras de secano y pastoreo, nos podemos cruzar con perdices, liebres, zorros y hasta algún lobo. En un pequeño teso y rodeado de valles, se encuentra Valdenebro, “Valle de Enebros”, sus montes, pinares, robledales y encinares son magníficos cotos de caza y lugar de recreo. Este pequeño pueblo de piedra y adobe, y que contó con castillo, mantiene los aires de la gran villa que fue, en las angostas calles y las casas blasonadas. Tiene una hermosa iglesia de piedra labrada cuya construcción está atribuida al arquitecto palentino Gaspar de Solórzano que tanto se prodigó en estas tierras.
Desde la carretera de Valdenebro, vale la pena hacer un alto en las ruinas del antiguo poblado medieval de “Fuenteungrillo”, s. XII, que cuenta con la recreación de una vivienda y un aula de interpretación del poblado. Nos sorprenden antes de llegar a Villalba, los restos de la muralla defensiva de este pueblo declarado Conjunto Histórico-Artístico, que guarda intramuros, dos iglesias: la de Santa María, de estilo románico, y la de Santiago, Iglesia parroquial con distintos estilos artísticos: del románico al neoclásico con retablo barroco, y un castillo del siglo XII, que confieren a Villalba este aire medieval. Asimismo, podemos visitar el Museo de la Carpintería, sector manufacturero por el que ha destacado este pueblo.
Uno de los castillos mejor conservados de toda la zona es el de Montealegre, cuya silueta se dibuja imponente y domina la llanura, otra vez, de Tierra de Campos. Lo construyó Alfonso de Meneses, s. XIII – XIV, y sustituyó al de Villalba de los Alcores como fortaleza principal de la familia. También podemos visitar la Iglesia de Santa María s. XVI-XVII, la iglesia de San Pedro, s. XVII, y la Ermita de Nuestra Señora de Serosas s. XVII; Éstas dos últimas están unidas por catorce cruces de piedra, entre las que cada Viernes Santo a las dos de la mañana, tiene lugar un insólito Vía Crucis. No podemos dejar Montealegre sin visitar el “Museo del Pastor”, emplazado en la Ermita del Humilladero, cuyo objetivo es dar a conocer el oficio al que muchas gentes de esta zona han dedicado su vida, y rendir así, un cálido homenaje a estos hombres que, sin descanso, se han dedicado a la dura tarea del Pastoreo.
Entre Villalba y Montealegre, se encuentra la “Finca Matallana”, propiedad de la Diputación de Valladolid. Al pie de los restos del antiguo Monasterio Cisterciense que aquí se encontraba, hoy en día se ha construido un complejo que cuenta entre sus instalaciones con: Hospedería y Centro de Congresos, además del Centro de Interpretación de la Naturaleza, en el que se puede ver la exposición permanente sobre el Ecosistema de los Montes Torozos, el Parque Temático del Ovino, un Palomar convertido en Aula de Interpretación, una zona de juegos infantiles, y las ruinas del antiguo Monasterio de Santa María de Matallana. De la Finca, parten también dos Itinerarios Medioambientales que transcurren dentro del recinto, y cinco Rutas Señalizadas, hacia distintos puntos de la comarca, para realizar a pie o en bicicleta, que podemos alquilar en las mismas instalaciones; Recorridos que sin duda, nos facilitarán comprender el hábitat de esta zona.
https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/villas-de-piedra-141672573
Villabrágima, Tordehumos y Villagarcía de Campos:
Senda de los Caballeros:
Antes de entrar en Villabrágima, se dibuja un pequeño edificio de piedra y ladrillo: La Ermita del Cristo. Esta villa que, como otras tantas de estos parajes, estuvo cercada por una muralla, mantiene una de las puertas de acceso: la “Puerta del Reloj”. Dos Iglesias del S. XVI: San Ginés y Santa María; la de San Ginés, recientemente restaurada, acoge un soberbio retablo. La plaza Mayor, conserva los característicos soportales adintelados.
Siguiendo por carretera comarcal, divisamos el altozano sobre el que se asentaba el Castillo de Tordehumos, del que hoy solo quedan algunas ruinas, pero que es un magnífico mirador que domina la gran llanura, desde el que se pueden divisar hasta cuatro pueblos; el topónimo Tordehumos, hace referencia a las señales de humo que se hacían desde la torre para intercambiar mensajes con las villas vecinas. En cuanto a los edificios sacros, podemos visitar las Iglesias de: Santa María la Sagrada, del siglo XVI; Santiago, cuyo retablo mayor de principios del siglo XVII es una extraordinaria belleza; la antigua iglesia de San Miguel, del siglo XVI, que hoy se utiliza para actos culturales y ubicada a las afueras de la localidad, la Ermita del Cristo de la Vega, que guarda celosamente la imagen del Cristo, pieza fielmente venerada por la población. Otro de los atractivos del pueblo, y de la zona, es el Ecomuseo, espacio en el que se recrean una vivienda agrícola tradicional y otros espacios dedicados a oficios tradicionales.
Nada hace sospechar, al pasar por la carretera de Villagarcía, que las ruinas del Castillo, fueron morada y escenario de juegos de Juan de Austria, hijo reconocido y protegido del Emperador Carlos V. La tutela de Juan de Austria, recayó por deseo de su padre, en Luis de Quijada, Señor de Villagarcía, y su esposa, Magdalena de Ulloa, fundadora de la Colegiata de San Luis, en el siglo XVI, propiedad de los Jesuitas y que alberga un magnífico museo donde se conservan gran variedad de ornamentos litúrgicos, esculturas, tapices, pinturas, así como la preciosa Iglesia, en la que destacan las figuras de alabastro del retablo mayor. Esta es sin duda una visita que dejará boquiabiertos a los visitantes, pues si una salada es admirable, la otra lo es más. La Iglesia Parroquial del pueblo, está dedicada a San Pedro, guarda otra joya: un bajorrelieve del Descendimiento de Cristo, atribuido al genio Juan de Juni. La actual Casa de Cultura está emplazada en el antiguo Hospital, también fundado por Doña Magdalena de Ulloa, benefactora de esta Villa.