Panteones ilustres tocados por la magia en Medina de Rioseco

Próximo a celebrarse la festividad de Todos los Santos es habitual recorrer los cementerios para recordar a los que ya no están. Pero además de visitar estos lugares de recogimiento, en estas fechas os invitamos a conocer algunos panteones tocados por la magia y elevados a la categoría artística más destacada. Medina de Rioseco atesora dos lugares increíblemente bellos que si aún no conoces, debes apuntar en tu agenda.

El primero de ellos es la iglesia, hoy convertida en museo, del convento de San Francisco. Este templo, se mandó construir por el Almirante de Castilla, Fadrique Enríquez de Cabrera, como panteón familiar a finales del s. XV. La exuberancia y el primor decorativo del Renacimiento español inundan todos los rincones de la iglesia. En él trabajaron los más grandes artistas de la época como Juan de Juni, por citar uno solo, que dejó dos magníficos conjuntos escultóricos en terracota policromada. Os dejamos el enlace de la web http://museosanfrancisco.es para que podáis echar un vistazo. A largo del templo encontramos varios elementos artísticos que recuerdan la dedicación funeraria de la iglesia como las laudas sepulcrales de Luís Enríquez de Cabrera y su esposa Vittoria Colonna, el sepulcro del doctor Bernardino Mena o la magnífica bóveda estrellada del crucero jalonada de calaveras.

Y si visitando el museo de San Francisco aún no has colmado tu ansia artística, te recomendamos que tomes aire y te prepares para ver el siguiente panteón familiar, conocido como la Capilla de los Benavente, en la iglesia de Santa María, a quien el filósofo Eugenio d’Ors bautizó como la «capilla Sixtina de Castilla». Fue construida por encargo del mercader Álvaro de Benavente en 1543 y es uno de los tesoros renacentistas.

Cuando uno pone un pie en este lugar, la mirada se pierde en el misterio y la magia eleva el espíritu. La muerte está presente en esta capilla en varios rincones. Pero sin duda alguna, la escena que más llama la atención es la representación de la muerte como un esqueleto tocando la guitarra, guiando la salida del paraíso a Adán y Eva tras su expulsión. Poetas como Federico García Lorca, quedaron fascinados ante esta representación y se refirió a ella en su «Teoría y juego del duende» en su prodigiosa indagación poética sobre la génesis de la emoción en el arte.

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